jueves, 7 de octubre de 2010

PERIPECIAS DE UN MONO EN UNA FIESTA



I-
He sido invitado a una fiesta de disfraces.
La idea no me entusiasma mucho, pero no encuentro forma de rehuír al compromiso sin ofender a Lizzy.-
Ella ha logrado que le guarde mucho afecto, a pesar de ser una persona por momentos verdaderamente insoportable.-
El hecho de ser insoportable y a la vez querida, no resulta contradictorio, al menos para mí.-
Así me pasa, sin ir más lejos, con mi nariz.- Me precede siempre, hasta en los asuntos más importantes. Oficia como mi carta de presentación, husmea y percibe olores para otros aparentemente indetectables, haciéndome a veces distraer a tal punto de perder el hilo de una animada conversación.-
Me delata cuando bebo demás, y me empieza a picar de manera indisimulable cuando me avergüenzo.-
Sin embargo, no podría concebirme sin mi nariz.- De sólo pensarlo me da espanto.-
Leí con horror una historia de sarracenos que, habiendo abordado un barco sin  encontrar los tesoros esperados, procedieron a cortar las narices de la tripulación al grito de "estornudad el oro" y me imaginé en el lugar de esos pobres desgraciados, con dos hoyos sangrantes y un rostro monstruoso y cadavérico para el resto de sus vidas.-
Así, aprecio mi indiscreta nariz.- Igual que a Lizzy.-
De modo que voy a asistir a la fiesta.-
Para eso ya alquilé mi traje de mono.-
Es un disfraz muy original, aunque es cierto lo que me dijo le vendedora, sobre el contraste de mis ojos celestes con la densa pelambre negro azabache que me cubrirá por entero.-
Otro inconveniente es el hecho de tener que trasladarme en bicicleta hasta la casa de Lizzy.-
Pero, sin auto y a falta de dinero para costearme un taxi o abordar el ómnibus, no me queda otra opción.-
Además aún si tuviera la plata necesaria, el traje no posee bolsillos, y un mono con billetera o inclusive con una de esas riñoneras tan de moda, perdería realismo.-
En definitiva, un mono en bicicleta no es algo tan inverosímil. He visto en varias ocasiones, osos en bicicleta y no se bien si es un truco de mi mente que me alienta, o si ocurrió en verdad, que una vez vi a un elefante asiático pedaleando sobre una de ellas, por supuesto bien reforzada, requisito innecesario para mi caso ya que me mantengo en buena forma.-
A propósito de elefantes, mis orejas también suelen ser motivo de complejos. Pero ellas, al contrario de la nariz no tienen esa irrefrenable vocación de protagonismo y saben mantenerse a mi lado en un discreto rol de meras acompañantes.-
Lizzy dijo que se vestiría de bailarina de ballet.-
La verdad, no le encuentro la gracia a tal atuendo y, temo por la pobre Lizzy que algún despistado la felicite por su logrado disfraz de gallina vieja.-
Pero ella es la anfitriona y es mi deber de caballero complacerla en todo.-
He ensayado para ello gruñidos, saltos y aparatosas rascadas.-
Bien, se me hace tarde y quiero ser puntual. Como mi caracterización me impide también llevar reloj pulsera, me cambiaré de inmediato para llegar a tiempo.-
El traje es pesado y bastante caluroso (otro contratiempo y más ahora en diciembre).-
No puedo cerrar con llave -no tengo donde llevarla-, así que saltaré por la ventana -en definitiva, como corresponde a un mono hecho y derecho-.
¿Que mira la vecina?.   Esa vieja chusma de mierda, no tiene otra cosa que hacer que no sea entrometerse en la vida ajena.-
¿Por donde quiere que salga un mono?
Seguramente a la Señora la complacerá que salga por la puerta, le haga una reverencia y le diga "buenas noches", con una amable sonrisa.-
¡Ignorante!.-
Esta mujer no debe haber visto un mono en su vida.
Como sería si me hubiese disfrazado de pecarí o de marciano.-
Bueno, a divertirse. Que se quede ella con su mediocre vida de desconocimiento e historias ajenas.-
Es más difícil de lo que pensaba, andar en bicicleta con este traje, pero, por suerte, he llegado sin sufrir ningún revolcón.-



II.-
No me atendió Lizzy sino una mujer disfrazada de mucama que, según parece no disfruta mucho de la fiesta.-
Evidentemente ha elegido un mal disfraz, ya que la condena a permanecer al lado de la puerta casi permanentemente recibiendo payasos, momias, patos Donald,  esqueletos y toda clase de originales visitantes, abandonando su puesto sólo para secar el clericó que vuelca cada tanto algún Batman o un descontrolado Porky.- (los trajes de Batman y de Porky estaban en oferta, así que acerté en resistir la tentación de llevarme uno. Hay tres Batman y tres Porkys en la fiesta).-
Lizzy está esplendorosa con su traje de bailarina, pero sus intentos por recorrer el salón constantemente en puntas de pie, la empiezan a tornar cargosa para sus invitados que deben soportar sus empujones, producto de  los tropiezos y pérdidas de equilibrio de la anfitriona.-
Mi traje es un éxito. No he sido reconocido por nadie. Al menos nadie me ha saludado.-
No debo preocuparme por mi aparente aislamiento, los grandes monos son así, huraños y  a la vez temidos por la gente.- De todos modos no me vendrá mal un espirituoso clericó para combatir mi cuadrumana soledad.-
Otro problema. La bocaza del caretón apenas tiene una angosta rejilla destinada a respirar, pero no a beber y menos a masticar.- beberé por medio de una pajita (he visto a monos hacerlo), pero creo que lamentablemente deberé renunciar a los atractivos canapés.-
La fiesta ha entrado en su clímax, las luces brillan intensamente y la música estridente y contagiosa retumba en mi escafandra caretón.-
Esto es maravilloso.-
Es la oportunidad propicia para ensayar una de mis rascadas.-
No, mejor, primero subo por la escalera, me cuelgo de la araña y ahí sí, caigo en medio de esas viejas aburridas disfrazadas de dama antigua y me rasco la entrepierna gruñendo y roncando.- Les va a encantar que las saque de su tediosa conversación.-
Estoy algo mareado por el efecto del clericó en mi estómago vacío, pero mi buen estado físico me permitirá realizar con holgura mi performance.-

III-.
No saben divertirse.-
Haberme echado a empujones y parar la música sólo porque dos viejas chillonas me señalaban como a un delincuente, resulta imperdonable.-
Lizzy ha perdido mi amistad para siempre.-
Son todos una sarta de hipócritas, pura apariencia, incluso Lizzy, como su propia casa, que tras su lujo exterior debe estar construida con alambres podridos o algo similar, que no otra cosa habrá sido lo que sostenía la pesada araña.-
¿A quién se le ocurre además, poner mesas de vidrio?.-
Aún cuando, admito, en mi involuntariamente desordenada caída, arrastré a la gorda de verde con perlas, no puede acusárseme de haberle bajado media dentadura, ya que ello fué producto de los vidrios, que como puñales saltaron de la mesa dulce apenas aterricé.-
Ni siquiera mi digna puesta de pie y ulterior rascada de entrepierna, ni mi grito gutural golpeándome el pecho plástico conmovieron favorablemente a los figurones.-
No tienen perdón, y menos Lizzy.-
Que no venga mañana a invitarme a uno de sus aburridos juegos de canasta porque no iré.-
Me haré de nuevos amigos, verdaderamente divertidos y, en el peor de los casos si en esta maldita ciudad no hay gente con buena onda, prefiero no tener a nadie al lado. Me quedaré en mi inconmensurable soledad .. en mi propia jungla... como un mono.-

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