jueves, 30 de junio de 2011

PERSIANAS


Se trata de bajar persianas…
Uno que anduvo mirando al sol, aún al precio de encandilarse.


Se trata de bajar persianas, parece.

De bajar, si es menester todas, incluso las más queridas.

Para “salvarse”.

¿De qué?, ¿De Quién?, ¿Para Quién?

Se trata de bajar persianas…
El mejor método de “autoayuda”

¿De Quién?, ¿Para Quién? ¿Contra Quién?

Casi me he convertido en un experto
que baja persianas y vuelve, sin más, a “lo suyo”.

En ello me descubro, sorprendido de mí mismo, hasta “eficiente”.
Y siento que ya ni me duelen los brazos (quizás un poco el alma –lo confieso-).

Pero ocurre que “lo suyo”, de tantas persianas caídas,
se asemeja a un territorio perfectamente “a salvo”,
pero oscuro, solitario y hasta aterrador.

¿Para Quién? ¿Para mí?

martes, 28 de junio de 2011

INSECTO EN INVIERNO



¿Qué hace un insecto parecido a un mosquito en invierno?
Lo barrí de mi Escritorio con un trapo.
Pero creo que merecía mejor suerte, por su valentía y carácter transgresor.

Es que los insectos-mosquitos corresponden al calor.
Este sujeto “no pertenecía” a esta situación tan gélida.

Estaba medio atontado, y no creo que fuera capaz de volar –lo reconozco-
Pero ello no justifica un barrido infame como el que le propiné.

Quizás, con ese gesto brutal y desdeñoso,
Haya abatido al primer Argonauta de su especie.

Siento una incipiente culpa por el fin de su aventura.

¿Y si a “nuestro Adán”, apenas descendido del árbol,
un Gigante prepotente o hasta distraído lo hubiese “limpiado de un plumazo”?  

martes, 21 de junio de 2011

MARTÍN


Martín, sin historia y sin apellido.

¿Adonde fue Martín?

Habita apenas en mi memoria y no sé si de alguien más, como les suele ocurrir a aquellos hombres que vivieron y murieron solos.

-"Te juro Negro, que pasó así, como te lo cuento. Y te lo juro por Dios. Si así no  fuera, que me caiga muerto en este momento".

Un ruido sordo y seco llenó la noche. El Negro trató de asimilarlo en el tiempo que duraron sus cuatro pasos de caminata de regreso hacia la casa de Martín y se percató de que no tenía más acompañante nocturno.

Martín yacía, cuatro pasos atrás,  desparramado debajo de los armazones de fierro amarilllo -de función indescifrable para los pibes que jugábamos en el barrio-, como muerto.

No había que provocar a Dios. No había que  pronunciar su nombre en vano.

¿Era el Todopoderoso capaz de castigar de manera tan cruel a un pobre viejo borracho y solitario,  con semejante rigor por el solo hecho de invocarlo como testigo?

El Negro volvió sobre sus pasos y comprobó que Dios algunas veces -demasiadas veces- se ocupa sólo de cosas más importantes que los hombres no alcanzamos a entender.

De todas maneras, en este caso estaba bien que así sea –reflexionó en un suspiro aliviado cuando vio a Martín desparramado en el suelo, tomándose la cabezota y gimiendo… pero vivo-.

Martín se levanto con un chichón inmenso en medio de su arrugada frente y el Negro lo acompañó hasta la inmensa, infinita, soledad de su cama fría.

Vivía de prestado en la esquina. En una de esas casas misteriosas, de propietarios desconocidos, muertos o lejanos y desinteresados.

Nos tiraba agua helada por las rendijas de las persianas de madera despintada cuando interrumpíamos su siesta y osábamos sentarnos a conversar y a hacer ruido  en el umbral de la puerta -de esas de antes- con escalón de ladrillo anaranjado al frente.

No sé más de él, ni creo que nadie sepa.

Su anécdota, sin embargo, nos ha hecho reír -con pretensiones de eternidad- después de quién  sabe cuantos almuerzos.

Apenas eso. Martín, sin apellido y sin historia.

Me ha servido hoy para que se rían por un rato mis hijas, inconscientes y sin culpa alguna, como él. Para percibir lo fugaz y trascendente de un chichón, o de una risa.

En una de esas -¿quién de los sabihondos lo sabe?- , existe un lugar por ahora inasequible que  se nos guarda a Martín, al Negro, a los chicos víctimas de su agua helada que no cambiaron su inocencia  y sus ansias de aventura por monedas, para encontrarnos y ser felices sin angustia alguna o incluso hasta para chocarnos con armazones de hierro que nos desmientan en nuestros desvaríos, no ya a manera de condena o para hacernos sentir culpables sino tan sólo, y nada menos, para desafiarnos a nuevos desatinos curándonos paradójica y eternamente de la tan temida  "herida absurda".

viernes, 17 de junio de 2011

REALIDAD "VIRTUAL" (SIC)



No sé que hice. Pero me importa un carajo.  Me encanta y me moviliza Whitsnake y “Child of Babylón”.  Ta  ta ta ta tannn,  Ta ta ta ta tannn!!!!,  Child Of Babylooooonn!!!. DESCONFIGURÉ TODO. QUE TIEMPOS INFAMES ESTOS, EN LOS CUALES, UNA SIMPLE E INENTENDIBLE "DESCONFIGURACIÓN" DE UN APARATO PASIBLE DE SER CAGADO A PATADAS Y ANULADO PARA SIEMPRE, TE PONE EN ESA SENSACIÓN (EN ESTE CASO VIRTUAL, PERO OTRORA EMOCIONANTE) DE SENTIRTE PERDIDO. ANTES (ME PARECE O LO IMAGINO), PERDERSE ERA PERDERSE EN SERIO. AHORA LA SALVACIÓN ES DESENCHUFAR TODO, DORMIR Y LLAMAR AL TIPO JOVEN QUE SABE DE ESTOS FUCKINGS APARATOS.  LA TECNOLOGÍA ME RESULTA SEGURA ... Y POR LO TANTO INSOPORTABLE. CUALQUIER DÍA (Y CREO HABERLO OÍDO YA) ANDAREMOS DÁNDONOS BESOS Y ABRAZOS VIRTUALES, ASCÉPTICOS Y PROPIOS DE INTERNET. ME CAGO EN INTERNET. YO PREFIERO EL OLOR A PASTO VERDE, A TIERRA, A TRANSPIRACIÓN. PREFIERO UN DESAGRADABLE SALPICÓN DE SALIVA PROFERIDO POR MI INTERLOCUTOR Y HASTA SU MAL ALIENTO O EL ENCANTADOR OLOR A ROUGE.  PUES BIEN... YA QUE ESTE ES MI TIEMPO: "LARGA VIDA A BILL GATES"... Y A JIM MORRISON (CON EL QUE ME QUEDO). A PROPÓSITO... ESTE TIPO... COVERDALE... TIENE BUENA VOZ ... LE AVISORO FUTURO. DEBERÍAMOS JUNTARNOS, ABRAZARNOS Y DARNOS MUCHOS BESOS, ANTES DE QUE SEA TARDE Y FORMEMOS PARTE DE UNA "REALIDAD" VIRTUAL.

viernes, 3 de junio de 2011

LA LUPA DE AREKNIS



LA LUPA DE AREKNIS”

Areknis se sabía poseedor de un inmenso poder.
No le había sido conferido por merecimientos, sino por un extraño azar cuyas causas, lógica y racionalmente, Areknis desconocía. ¿Pueden conocerse acaso las causas del azar?. La propia definición del azar repudiaba tal posibilidad. Si hay causa, no hay azar –se repetía Areknis-.
Sin embargo, los habitantes de la gran Aldea no se detenían en tales incómodas reflexiones y se empeñaban en creer-amar-temer  a Areknis y a su lupa. Porque referirse a Areknis implicaba, de manera inescindible, a su lupa.
Los niños de la gran Aldea garabateaban incluso,  sus primeros monigotes de Areknis “con su lupa”.  Cualquier forma o imagen, por absolutamente primaria que fuera, era reconocida –ya que Areknis no era, en rigor de verdad, “conocido” por la gente de la gran Aldea-  como Areknis en tanto apareciera acompañada de su lupa. No era concebible un Areknis sin su lupa, como no era concebible un azar con causa.
Ello precisamente: esa última “vuelta de tuerca” rehuída o excusada sin más por su grey, esa “no cuestión”,  ese  confortable “creer-amar-temer”, era lo que le perturbaba, al punto a veces, del disgusto y la cólera para con quiénes le amaban y a quiénes él debía amar. 
Puede leerse en los -escritos por un extranjero y poco confiables según sus más furiosos detractores-  libros  sobre  el devenir de la gran Aldea, que aquello fue el motivo del desastre.
Relata el parágrafo 170 del Segundo Libro del Aleccionador  Y he allí, en la cómoda  ignorancia  y en la vacua  indagación de sus fieles,  que Areknis  no halló más forma que el castigo”.
Tras la catástrofe a la que sobrevivieron sólo algunos -merced a la suerte y no a la razón- que no tardaron en llamarse “elegidos” para el mayor asco de Areknis,  éste  -de furia ya saciada- comprobó la persistencia en su duda inicial.
Y se sintió impotente y sucio de muertes. Y se sintió pobre e ignorante. Y se sintió mínimo e insignificante. Tan insignificante y a tal punto diminuto, como para comprender, en un segundo de lúcida intuición, que sólo a través de una mágica y poderosa lupa le resultaría posible tornarse divisable en la infinita inmensidad para Aquel Otro.