“LA LUPA DE AREKNIS”
Areknis se sabía poseedor de un inmenso poder.
No le había sido conferido por merecimientos, sino por un
extraño azar cuyas causas, lógica y
racionalmente, Areknis desconocía. ¿Pueden conocerse acaso las causas del
azar?. La propia definición del azar repudiaba tal posibilidad. Si hay causa,
no hay azar –se repetía Areknis-.
Sin embargo, los habitantes de la gran Aldea no se detenían
en tales incómodas reflexiones y se empeñaban en creer-amar-temer a Areknis y a su lupa. Porque referirse a
Areknis implicaba, de manera inescindible, a su lupa.
Los niños de la gran Aldea garabateaban incluso, sus primeros monigotes de Areknis “con su
lupa”. Cualquier forma o imagen, por
absolutamente primaria que fuera, era reconocida –ya que Areknis no era, en rigor
de verdad, “conocido” por la gente de la gran Aldea- como Areknis en tanto apareciera acompañada de
su lupa. No era concebible un Areknis sin su lupa, como no era concebible un
azar con causa.
Ello precisamente: esa última “vuelta de tuerca” rehuída o
excusada sin más por su grey, esa “no cuestión”, ese confortable
“creer-amar-temer”, era lo que le perturbaba, al punto
a veces, del disgusto y la cólera para con quiénes le amaban y a quiénes
él debía amar.
Puede leerse en los -escritos por un extranjero y poco
confiables según sus más furiosos detractores-
libros sobre el devenir de la gran Aldea, que aquello fue
el motivo del desastre.
Relata el parágrafo 170 del Segundo Libro del
Aleccionador “ Y he allí, en la cómoda
ignorancia y en la vacua indagación de sus fieles, que Areknis
no halló más forma que el castigo”.
Tras la catástrofe a la que sobrevivieron sólo algunos -merced
a la suerte y no a la razón- que no tardaron en llamarse “elegidos” para el
mayor asco de Areknis, éste -de furia ya saciada- comprobó la
persistencia en su duda inicial.
Y se sintió impotente y sucio de muertes. Y se sintió pobre
e ignorante. Y se sintió mínimo e insignificante. Tan insignificante y a tal
punto diminuto, como para comprender, en un segundo de lúcida intuición, que sólo
a través de una mágica y poderosa lupa le resultaría posible tornarse divisable
en la infinita inmensidad para Aquel Otro.
1 comentario:
Qué bueno!!!! recuperaste la conectividad, ahora a publicar lo atrasado. Te seguimos leyendo!!!!
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