martes, 19 de octubre de 2010

MAGIA





La hermosa partenaire entró sonriendo al cajón con guardas plateadas, saludo como  bailarina del Lago de los Cisnes, se acostó y desapareció de la vista de un público expectante.-
El mago cerró el cajón, tomó el serrucho brillante, lo hizo vibrar un par de veces y le pegó una sonora palmada en la hoja reluciente  para demostrar que no había utilería barata en su acto.
Dio dos vueltas parsimoniosas alrededor de la enigmática caja mirando a la gente con aire sobrador, se paró justo a la altura de la mitad del cofre y comenzó su tarea, primero con lentos vaivenes de la hoja como marcando el surco maestro,  y luego arremetiendo con frenética decisión.
A pesar de los gritos desesperados proferidos por los plateístas que veían brotar el líquido marrón rojizo derramarse copiosamente sobre el piso y salpicar los zapatos de charol del mago, éste continuaba aferrando el cajón -que ya no se agitaba- entre su brazo izquierdo y su cabeza, con  mandíbulas apretadas y desencajados ojos, mientras serruchaba con vigor. Por fin la roja hoja apareció por la parte de abajo y se azotó contra el charco del suelo.-
Intentó correr.
Pero resbaló en su propia obra y cayó de rodillas, donde en medio de un desordenado chapaleo, fue tomado de manera descortés por dos corpulentos individuos.
Definitivamente los cursos de magia por correspondencia del Instituto Sade son un fracaso.

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