sábado, 25 de febrero de 2012

LA PLANTA



Tengo una planta.
Una planta extraña y maltratada (¿maltratada?).
No es Cannabis (mal pensados que prejuzgan).
Es mi planta indefinida que vive en el cemento.
En el cemento solitario de mi solitaria y preservadamente personal terraza.
En la terraza sólo mía. En la que me ve en abismos como en cimas. En la callada terraza de la callada planta.
Se alimenta de sol inclemente, lluvias esporádicas, restos de vino y whisky aguados, orina compleja e incluso vómitos espumosos de moribundo víctima de pannic attack’s.
Ha perdido así su inicial belleza. Pero no muere.
Ya no es verdiblanca salvo en brotes jóvenes que insisten, temerarios una y otra vez, en ser partícipes de tal aberración.
Ha mutado y sigue ahí. Alguien la destinó a ornamento, mas es impresentable.
Impresentable al resto y única.
Por eso es “mi planta”. Nadie –estoy seguro- tiene una planta tan monstruosa. No adorna, no da sombra, no alimenta, no provee ni pide.  Sólo está. Mudo y espantoso testigo de mis ciclos y contraciclos. No ha brotado del suelo-techo-terraza (no es tan mágica). Yace en una improvisada “plantera” que no es tal, sino un rectángulo de plástico verde y desteñido por el sol, quebradizo y agrietado por donde se lo mire. Alí dentro hay tierra (o la abominable pero vital sustancia en la que esta se haya transformado). Mi gato Toto se ha ido hace ya un par de años y no volvió como solía hacerlo, flaco, lastimado y “pura cabeza”, por lo que asumo que definitivamente “perdió en su ley” en alguna de sus encrucijadas nocturnas. Quedamos yo y mi planta monstruo. Mis escritos repudiados y recurrentes. Como los nuevos brotes perseverantes y espantosos de la planta. Paisaje infernal y para nada romántico de alguien que  escribe quitándose sus monstruos pertinaces y de algo que rebrota e insiste en formas cada vez más tétricas.
¿Qué último e incomprensible motor impulsa a ambos?.
¿Es también esa planta regida por LA pulsión?

martes, 14 de febrero de 2012

"LA pulsión"



Los días se agotan. La gente hace su tarea y se prepara para el día siguiente. Y está bien… A veces ya “no hay nada que hacer”. Existe una pulsión ¿malsana?  a estirar el tiempo (cuando ha sido grato). Tal impulso engaña. Por lo general, conduce a la nada. Y para colmo, a la mañana siguiente –y hasta el día entero- te cobra el pasaje como si se hubiese tratado del de un viaje al “País de las Maravillas” (no el de Alicia, que jamás me maravilló y hasta me sigue resultando un tanto aterrador). ¿Qué hacer con la pulsión estafadora?. ¿Acaso escribir un rato y sin mayores pretensiones … para diluirla y estafarla a Ella?. ¿Acaso la estafadora deseaba mi estafa?. En tal caso no hay embuste, sino un círculo cautivante tramado por la maldita pulsión. Dije que “A veces, Tan solo unas pocas veces. Alcanzo a ver los zafiros…”.  Cedo y vuelvo a ceder a la pulsión. Y pierdo, me lamento y me puteo las más de las veces. Pero en ocasiones “la estafo”… o se deja estafar, seductora y dominante. No en vano “LA” pulsión, es femenina.