martes, 6 de diciembre de 2011

"BAR AVENIDA"



A propósito del Bar Avenida: (la esquina que nunca duerme), de los Hermanos Gadea, allí –lo aseguro- fui testigo y partícipe de cosas fantásticas. La partida de truco con cartas imaginarias (sin cartas) en la que al Salchichón le cantaron  “33 de mano”  y en la que el logró anular la vuelta diciendo “va de nuevo…sin querer  me dí cuatro cartas….”;  los recitales de “Guitarra larga Ramírez”, que también –munido de un instrumento inexistente y de diapasón infinito, a juzgar por el extremo estiramiento de su brazo izquierdo- cantaba como inspirado por los Dioses y abstraído en sus melodías,  mientras los demás le prestábamos –literalmente hablando- una atención fugaz para volver a nuestros asuntos de alcohol y choripán; la conversación con el “Twyggy”, quién me pedía algo de plata para concurrir a un Kilombo cercano, mientras se le escapaba un perrito diminuto, tipo Chihuahua berreta,  de uno de los bolsillos del camperón que llevaba puesto;  el sándwich de sandía servido en el plato  (ante el requerimiento burlón y desafiante de un atrevido capaz de dudar que en el Bar Avenida había de todo –fue, y no se me discuta, el primer Drugstore en el mundo-). Los encendidos  discursos de Evaristo Tutti, eternamente reelecto Intendente de Isletas, según él mismo se jactaba: por su “inmenso instrumento de convicción” asociado a la notable mayoría de femeninas en el padrón de su Distrito. Tutti, se la jugaba en aquellos tiempos difíciles y denunciaba de “trompetas!!!”  a los políticos de turno, ante nuestra incontenible ovación. Recuerdo que murió en la pobreza –fiel a su honradez y a sus principios-, casualmente junto a “Twyggy”,  también infausto en la ocasión, en una casa abandonada y con una botella de Caña Palanca obviamente vacía como único testigo del ascenso de aquellas buenas almas al Cielo.  Recuerdo grescas infernales, de las que logré huir justo a tiempo y reflexionando: “¿para qué me quede hasta tan tarde, si sólo vine a comprar cigarrillos?”. Recuerdo al “Negro”, que declaraba luchar contra su adicción al alcohol y por lo tanto, sólo se permitía empinarse las botellas de Colonia 555; recuerdo al “moco itinerante” del Gordo que nos miraba fijo, hablaba amargamente sobre las mujeres, se pasaba la mano por la cara o el pelo… y con ella el moco  que iba y venía por toda su cabeza y que –inevitablemente- nos distraía del apasionado discurso, con su azaroso viaje.- Recuerdo que había un lugar secreto –entre las botellas de un estante- en que “yo” tenía mi encendedor reservado (o así me lo hicieron creer, como a todos los que allí recalábamos, los dueños del Bar). Recuerdo que en aquellos tiempos, y a esas horas todas las mujeres… y digo todas… dormían en Crespo (o así estaba tácitamente convenido), ya que ese tiempo sin tiempo era para “comentar el partido” de la noche recién muerta de cada banda o náufrago solitario que –como llegado a rastras a su madriguera- sentaba su culo en las frías, azules y despintadas sillas de lata.   Recuerdo los incomparables choripanes… el “Delifrú”, el café despertador con una cantidad de azúcar que hoy me resultaría intragable, los osados que se “enganchaban” en la misa del domingo, como para volver “justificados” a su casa.. Recuerdo los cueros de serpientes inmensas, los cuadros de boxeadores y automovilistas, los frescos de las paredes. Recuerdo ir a mear en el terreno vecino. Recuero mis primeras “timbas” de figuritas compradas en el Bar y perdidas inmediata y torpemente ante pibes más expertos bajo la mirada del San Martín mudo y solemne del busto de la “Plazoleta”.  Recuerdo las confusiones (de interlocutores) …  y  las confesiones (de amores,  -hasta los nunca declarados a su destinataria …que dormía-…).  Recuerdo decadencias, abyecciones, obras de arte espontáneas, gloriosas e irrepetibles. Hoy paso por el lugar sin ver, pues no me importa ya que no está el Bar. No hay fecha cierta -¿Qué cosa es “cierta”?- para su verdadero final.  Quizás cuando muera el último de los que allí asistimos –y aún no ocurre-  habrá cerrado sus hermosas puertas – y dormirá la esquina que nunca duerme- el “Bar Avenida”.-